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EL CRECIMIENTO ECONÓMICO SEGÚN LA BIBLIA

  • Foto del escritor: Jacob Kerusso Ellis
    Jacob Kerusso Ellis
  • 26 ago 2020
  • 3 Min. de lectura

No tires al bebé con el agua de la tina”. La frase es una advertencia contra el peligro de descartar algo bueno cuando tratamos de descartar lo malo.

Esta expresión es útil cuando hablamos sobre el crecimiento económico según la Biblia. Ya que el evangelio de la prosperidad degrada el mensaje bíblico y fomenta abusos en las congregaciones, muchos creyentes rechazan todo sobre “prosperidad financiera”.

¡No desechemos lo positivo de la prosperidad acorde a la Biblia junto con lo negativo de la teología de la prosperidad! El crecimiento financiero —respaldado por una interpretación bíblica correcta— es bueno y legítimo. Para entender mejor cómo pensar sobre este tema, consideremos algunas verdades en la Escritura:

1) El Señor es dueño y dador de todo

El salmista afirmó: “Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los que en él habitan” (Sal. 24:1). También, el apóstol Pablo dijo: “puesto que Él da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hch. 17:25).

Toda provisión material viene del Dueño del oro y la plata (Hag. 2:8). Esta convicción nos hace agradecidos y humildes por las cosas que poseemos. Dios provee lo que tenemos, y Él establece su uso y aprovechamiento legítimos.

2) Somos mayordomos de lo que Dios nos da

En la Biblia, nuestra mayordomía consiste en administrar con sabiduría y piedad los bienes que el Señor nos entrega. Estimemos todo lo que Dios nos da, porque Él espera que lo manejemos de manera que le glorifique. Él nos pedirá cuentas de cómo administramos todo aquello que nos confió. Por lo tanto, necesitamos considerar lo siguiente:

El crecimiento financiero, respaldado por una interpretación bíblica correcta, es bueno y legítimo
  • La buena distribución de nuestros recursos requiere que nos organicemos de manera que hagamos una buena repartición de las finanzas. Una aplicación práctica de esto sería establecer y ceñirse a un presupuesto.

  • La moderación en los gastos evita el despilfarro y los excesos que deshonran al Señor. Pablo decía que “Todo es lícito, pero no todo es de provecho. Todo es lícito, pero no todo edifica” (1 Co. 10:23). La prudencia debe regir en nuestro manejo de los recursos.

  • La generosidad. La vida centrada en Cristo vive según el evangelio en todos sus aspectos. Esto incluye una actitud generosa mientras predicamos a nuestro Salvador. Por eso, en lo posible, seamos fieles contribuyentes en la congregación a la que pertenecemos y generosos con las personas necesitadas (1 Jn. 3:17-18).

  • El hábito de ahorrar. Aunque sabemos que Dios cuida de nosotros y nos sustentará, la Biblia también nos enseña que es sabio guardar dinero para los tiempos de escasez (Pr. 21:20).

3) La buena administración no garantiza prosperidad

La buena administración de los recursos puede ser el medio que Dios use para traer crecimiento económico a nuestras vidas, solo si Él así lo dispone. Necesitamos comprender que la buena administración no garantiza que Dios nos prosperará. El Señor no promete hacernos ricos cuando ejercemos buena mayordomía.

La enseñanza bíblica del crecimiento financiero no ignora la seria advertencia contra el amor al dinero y sus implicaciones

Al hablar de esto, es importante saber distinguir entre un principio y una promesa. La mayordomía y la buena administración son principios bíblicos que debemos observar, pero esto no debe entenderse como una promesa absoluta de prosperidad.

Con todo, podemos confiar en que tendremos lo suficiente para nuestro sustento (Mt. 6:25-33). Creo que una medida justa de prosperidad es tener lo suficiente para cubrir nuestras necesidades básicas y ayudar a quienes no tienen.

4) Debemos cuidarnos de la codicia

Finalmente, la enseñanza bíblica no ignora la seria advertencia contra el amor al dinero y sus implicaciones. “Ustedes no pueden servir a Dios y las riquezas” (Mt. 6:24). “Raíz de todos los males es el amor al dinero” (1 Ti. 6:10).

La codicia seduce nuestros corazones y las advertencias bíblicas constantemente nos recuerdan el gran peligro que representa. Al mismo tiempo, la Biblia complementa las advertencias con el llamado al contentamiento:

“Pero la piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento. Porque nada hemos traído al mundo, así que nada podemos sacar de él. Y si tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos contentos”, 1 Timoteo 6:6-8.

Contentos en Dios

El creyente contento con lo que Dios le ha dado en Cristo, por medio de su evangelio, estará más libre del pecado de la codicia. Al abrazar los principios bíblicos sobre las finanzas, pidamos a Dios que nos haga agradecidos por todo lo que Él añade cada día para nuestro sustento.

Oremos que Dios nos guarde de la ingratitud, la avaricia, y la mezquindad. Que seamos creyentes que confían en Dios y su cuidado paternal para toda la provisión que necesitamos, y así tengamos una actitud generosa que refleje la generosidad de Cristo y honre a nuestro Dios.


 
 
 

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