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SISTEMAS TEOLÓGICOS PROTESTANTES

  • Foto del escritor: Jacob Kerusso Ellis
    Jacob Kerusso Ellis
  • 3 sept 2020
  • 4 Min. de lectura

Dentro del protestantismo existen varios sistemas teológicos. Un examen de todos estos sistemas teológicos nos llevaría más espacio del que tenemos disponible para este texto. Por consiguiente, veremos dos que han sido prominentes desde la Reforma: el calvinismo y el arminianismo. En la época actual se pueden encontrar muchos otros sistemas teológicos. Consideraremos brevemente tres de ellos: la teología de la liberación, el movimiento evangélico y el pentecostalismo. Este enfoque selectivo es necesario, tanto por limitaciones de espacio, como por las relaciones de estos sistemas con el presente texto. El calvinismo. El calvinismo debe su nombre y sus comienzos al teólogo y reformador francés Juan Calvino (1509–1564).1 El principio central del calvinismo es que Dios es el soberano de toda su creación. Podremos comprender con cierta rapidez el calvinismo si lo reducimos a cinco principios. Antes de seguir adelante en la explicación, debemos admitir que toda generalización acerca de un sistema teológico está sujeta a omisiones y simplificaciones excesivas. Manteniendo esto presente, identificamos en el calvinismo cinco creencias centrales: (1) depravación total, (2) elección incondicional, (3) expiación limitada, (4) gracia irresistible y (5) perseverancia de los santos.1 (1) La raza humana ha caído tan bajo como consecuencia del pecado, que las personas no pueden hacer nada para mejorar ni para ser aprobadas ante Dios. (2) El Dios Soberano eligió en la eternidad pasada a algunos de nuestra raza para que fueran salvos, sin la condición previa de saber quién aceptaría su oferta, movido por su gracia y compasión por la humanidad caída. (3) Envió a su Hijo a expiar sólo por aquéllos que Él había elegido. (4) Los elegidos no pueden resistirse a su benévola oferta; van a ser salvos. (5) Una vez salvos, perseverarán hasta el fin y recibirán el máximo de la salvación: la vida eterna. El arminianismo. El teólogo holandés Jacobo Arminio (1560–1609) manifestó su desacuerdo con los principios del calvinismo, alegando que (1) tendían a hacer de Dios el autor del pecado, al haber decidido en la eternidad pasada quiénes serían salvos y quiénes no, y (2) negaban el libre albedrío de la persona, puesto que afirmaban que nadie se puede resistir a la gracia de Dios. Las enseñanzas de Arminio y sus seguidores fueron codificadas en las cinco tesis de los Artículos de Protesta (1610): (1) La predestinación está condicionada por la respuesta de la persona y basada en la presciencia de Dios; (2) Cristo murió por todas y cada una de las personas, pero sólo los creyentes son salvos; (3) la persona es incapaz de creer y necesita la gracia de Dios; pero (4) esta gracia es resistible; (5) el que todos los regenerado vayan a perseverar es algo que requiere mayor investigación. Las diferencias entre calvinismo y arminianismo son evidentes. Para los arminianos, Dios sabe de antemano quiénes van a responder positivamente a la gracia que Él ofrece, y es a éstos a quienes predestina a compartir sus promesas. En otras palabras, Dios predestina que todos los que escojan libremente su salvación provista en Cristo y continúen viviendo para Él van a compartir sus promesas. En potencia, Jesús hace expiación por todos los seres humanos, y de manera efectiva, por aquéllos que respondan a la bondadosa oferta divina de salvación, una oferta a la que se pueden resistir. Si responden aceptando la gracia de Dios, es por iniciativa de la gracia, y no solamente por la voluntad humana. La perseverancia está condicionada por un continuar viviendo la fe cristiana, y es posible caer de esa gracia, aunque Dios no permita que nadie caiga con facilidad. La mayoría de los pentecostales tienden a seguir el sistema arminiano de teología, viendo la necesidad de respuesta al evangelio y al Espíritu Santo por parte de la persona. 1 La teología de la liberación. Nacida en América Latina a fines de los años sesenta, la teología de la liberación es un “movimiento difuso”2 compuesto por diversos grupos disidentes (por ejemplo, negros, feministas). Su principal interés consiste en reinterpretar la fe cristiana desde la perspectiva de los pobres y oprimidos. Sus representantes proclaman que el único evangelio que se relaciona de manera adecuada con las necesidades de esos grupos de personas es el que proclama su liberación de la pobreza y la opresión. El mensaje de los liberacionistas es de juicio para el rico y el opresor, y liberación para el pobre y el oprimido. Uno de los intereses centrales de la teología de la liberación es el concepto de praxis: se debe hacer teología; no sólo estudiarla. Esto quiere decir que el compromiso con la renovación de la sociedad, de manera que los pobres y oprimidos sean liberados de sus circunstancias, es la esencia de la empresa teológica. El compromiso con este tipo de cambio saca con frecuencia las Escrituras de su contexto y puede (como muchas veces hace) emplear medios que habría que describir como marxistas o revolucionarios.3 El movimiento evangélico. El sistema teológico conocido como evangélico tiene hoy una amplia influencia. Con la formación en 1942 de la Asociación Nacional de Evangélicos de los Estados Unidos, se le dio nuevo ímpetu a la proclamación de los principios de este sistema, los cuales han sido aceptados por los miembros de muchos grupos cristianos. El nombre da a entender uno de los intereses centrales del sistema: la comunicación del evangelio al mundo entero; una comunicación que llame de manera individual a una fe personal en Jesucristo. Las expresiones teológicas de los evangélicos proceden tanto del campo calvinista como del arminiano. Afirman que el movimiento evangélico no es más que el mismo sistema ortodoxo de creencias que existía primeramente en la Iglesia Primitiva. La agenda social del movimiento llama a los fieles a trabajar por la justicia en la sociedad, además de hacerlo por la salvación de las almas de las personas. El pentecostalismo. En su mayoría, la teología pentecostal se encuadra bien dentro de los límites del sistema evangélico. Sin embargo, los pentecostales toman seriamente la obra del Espíritu Santo para verificar las verdades como reales y llenar de poder su proclamación. Esto lleva con frecuencia a la acusación de que los pentecostales se fundan en las experiencias. Esta acusación no es del todo cierta, porque el creyente pentecostal ve las experiencias producidas por la obra del Espíritu Santo como secundarias a la Biblia en cuanto a nivel de autoridad. La experiencia verifica, aclara, pone de relieve o apoya las verdades de la Biblia, y esa función del Espíritu es importante y fundamental @kerusso_mensajerodelreino ✍️ Jacob's Kerusso Perea Ellis Evangelista y maestro Sacado de: Título: Teologia Pentecostal Autor: Stanley M. Horton

 
 
 

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